Hay más valor en un pequeño estudio de la humildad y en un solo acto de ella que en todo el conocimiento del mundo.
Santa Teresa de Ávila
La humildad es una virtud que admiramos profundamente, pero también es una de las virtudes más difíciles de practicar genuinamente. A veces, nuestro orgullo se interpone en el camino; otras, la obstinación.
Índice
- ¿Qué son las Letanías de la Humildad?
- ¿Cuándo rezamos las Letanías de la Humildad?
- ¿Por qué rezamos las Letanías de la Humildad?
- Cómo rezar las Letanías de la Humildad
- Oraciones relacionadas
¿Qué son las Letanías de la Humildad?
Las Letanías de la Humildad son una serie de peticiones en las que pedimos a Jesús que nos libre de los diversos deseos y miedos que nos impiden ser humildes y los sustituya por deseos renovados centrados en Él y en los demás, en lugar de en nosotros mismos.
Definición de «humildad»
La gente suele pensar que la humildad es hacerse pequeño, «menos que», y rebajar el autoestima. Éste no es el tipo de humildad que nos han mostrado Cristo, los discípulos, María y los Santos. En lugar de eso, rezamos para que deseemos una humildad que desprenda amor y ternura, que sepa que todos hemos sido creados iguales a imagen de Dios y que comprenda que nuestro servicio en esta vida terrenal consiste en amar a los demás por encima de todo.
A veces la humildad consiste en estar tan a gusto contigo mismo, la persona que Dios creó para que fueras, que no gastas tiempo ni energía preocupándote tanto por lo que los demás piensen de ti. En lugar de eso, puedes dedicar ese tiempo y esa energía a pensar en los demás, a amarlos y a apoyarlos. La humildad a veces se manifiesta como sentirse cómodo en la compasión por el bien de los demás. Como dijo la Madre Teresa, «si eres humilde, nada te tocará, ni la alabanza ni la desgracia, porque sabes lo que eres.»
Lo que creo que es lo más difícil de la humildad es comprender que sólo el amor de Dios nos llenará de verdad, no cómo nos mire el mundo. Este sentimiento es el corazón de la letanía.
Vivir esto, sin embargo, no es tarea fácil. Puedo nombrar varios de mis propios defectos y miedos que me frenan en esta virtud. Pero me siento llamado a trabajar y rezar por la humildad, y creo que este deseo es válido para la mayoría de nosotros. Probablemente por eso se escribió esta oración por la humildad, que se ha hecho muy popular en las últimas décadas. Y, como dijo James M. Barrie: «La vida es una larga lección de humildad».
Origen
Aunque es probable que hubiera versiones anteriores de la Letanía de la Humildad, el texto con el que rezamos hoy se atribuye al cardenal Rafael Merry del Val (1865-1930). Conocido por su vida de piedad, fue Secretario de Estado del Papa San Pío X de 1903 a 1914.
También sabemos por las Cartas recopiladas de C.S. Lewis que la Letanía de la Humildad de Merry de Val resonó en C.S. Lewis. Al amigo que compartió la letanía con él, Lewis le escribió.
«¿No sabías, verdad, que de todas las tentaciones contra las que vierte estas oraciones soy muy consciente desde hace mucho tiempo?». – C.S. Lewis
A lo largo de las décadas transcurridas desde que se escribieron, las Letanías de la Humildad siguen ganando popularidad, probablemente debido a su accesibilidad y a la verdad universal que nos transmiten a nosotros como seres humanos.
¿Cuándo rezamos las Letanías de la Humildad?
Cuando deseas la gracia pero no tienes las palabras para ello
Estas letanías ponen en palabras muchos de los deseos que a veces nos cuesta nombrar. Cada vez que leo o rezo estas letanías, parece que me llama la atención una línea distinta. Creo que esto se debe a que las Letanías de la Humildad son una oración a la que recurrimos cuando deseamos la gracia de Jesús, pero quizá no sabemos por qué o cómo pedirla.
Diario, semanal, mensual
Puedes empezar el día, la semana o incluso el mes rezando la letanía. Es un hermoso recordatorio de que fracasamos a menudo, pero siempre podemos pedir la gracia de servir a Dios y a los demás con amor cada día.
Durante la Cuaresma
Al igual que la ceniza que recibimos el Miércoles de Ceniza cada Cuaresma, esta oración nos ayuda a reconocer en qué fallamos como seres humanos. Reconocemos nuestro deseo de ser queridos por todos, de ser populares, de tener éxito, y nombramos nuestros miedos respecto a cómo nos ven los demás en esta vida. Por eso, las Letanías de la Humildad son una excelente forma de rezar durante la Cuaresma:
- La longitud es adecuada para rezarse cómo oración diaria.
- Nos guía para reconocer dónde nos quedamos cortos.
- Y nos ayuda a pedir liberación, gracia y perdón para amar a Jesús más plenamente, a pesar de nuestros deseos humanos.
Dicho esto, las Letanías de la Humildad son una buena manera de seguir trabajando en la comprensión de nuestros deseos humanos y de pedir la gracia de desear lo mismo que Jesús, independientemente del tiempo litúrgico.
¿Por qué rezamos las Letanías de la Humildad?
Mantén tus ojos en Dios y déjale a Él el hacer. Ese es todo el hacer del cual tienes que preocuparte.
Santa Juana Francisca de Chantal
Para la liberación
Respondemos a la primera serie de peticiones de la letanía con: «Líbrame, Jesús». Le pedimos que nos guíe fuera de los lugares de pecado, desconfianza y miedo, y que nos conduzca en su lugar a un lugar de amor y confianza. La primera petición es
«De el deseo de ser estimado ,
Líbrame, Jesús».
Le pedimos que no nos guíe más por los caminos que nosotros mismos creamos, sino que confiemos en Su plan para nuestro día, nuestra semana y nuestra vida.
Rezamos esta letanía para ser liberados de los deseos, como ser honrados, alabados y preferidos a los demás, que nos retienen y nos aprisionan. Pedimos ser humillados para poder experimentar la verdadera libertad con Jesús.
Por la gracia
Después de pedir la liberación, pedimos también la gracia de Jesús, sobre todo en los aspectos en los que ponemos nuestra autoestima por encima del amor a Dios y al prójimo. Cuando leemos estas peticiones, respondemos con,
«Jesús, concédeme la gracia de desearlo».
Lee atentamente esta respuesta; no pedimos simplemente que Jesús siembre el deseo de amor en nuestros corazones, sino la gracia de desearlo. Reconocemos que es posible que aún no tengamos esos deseos que buscamos, y eso está bien.
Rezamos esta letanía para abrir nuestros corazones a Jesús.
Como dijo Thomas Merton: «La gracia no es una sustancia extraña y mágica que se filtra sutilmente en nuestras almas para actuar como una especie de penicilina espiritual. La gracia es unidad, unidad con nosotros mismos, unidad con Dios».
Mientras recurrimos una y otra vez a estas Letanías de la Humildad, que sigamos pidiendo la gracia de Jesús en nuestras luchas y desafíos para amar a Dios, amar a los demás y tratar de vivir humildemente.
Cómo rezar las Letanías de la Humildad
Al practicar las virtudes y rezar por ellas, puede ser útil tener un modelo al que emular. Es probable que te venga a la mente una persona bondadosa y humilde a la que admires. Puede ser un amigo, un familiar, un compañero de equipo, un mentor o un Santo. Mientras meditamos las palabras de esta hermosa letanía, piensa que esa persona está aquí contigo, rezando a tu lado.
Tiempo necesario: 5 minutos
- Haz la Señal de la Cruz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
- Invoca a Jesús para que escuche tus peticiones.
¡Oh Jesús! Manso y humilde de corazón, Escúchame.
- Pide a Jesús que te libre del deseo de que la gente te vea de una manera o bajo una luz determinada. Después de cada petición, responde con, «Líbrame, Jesús.«
Del deseo de ser estimado,
Del deseo de ser amado,
Del deseo de ser ensalzado,
Del deseo de ser honrado,
Del deseo de ser alabado,
Del deseo de ser preferido a los demás,
Del deseo de ser consultado,
Del deseo de ser aprobado, - Pide a Jesús que te libere de los miedos que te impiden vivir la vida con compasión por Dios, por los demás y por ti mismo. Después de cada petición, responde: «Líbrame, Jesús».
Del miedo a ser humillado,
Del miedo a ser despreciado,
Del miedo a sufrir reprimendas,
Del miedo a ser calumniado,
Del miedo a ser olvidado,
Del miedo a ser ridiculizado,
Del miedo a ser agraviado,
Del miedo a ser sospechado, - Pide a Jesús que te guíe hacia el amor al prójimo antes que a ti mismo. Responde: «Jesús, concédeme la gracia de desearlo».
Para que otros sean amados más que yo,
Para que otros sean más estimados que yo,
Para que, en opinión del mundo, otros aumenten y yo disminuya,
Para que otros sean elegidos y yo apartado,
Para que otros sean alabados y yo pase desapercibido,
Para que otros sean preferidos a mí en todo,
Que otros lleguen a ser más santos que yo, con tal de que yo llegue a ser tan santo como debiera, - Concluya con la Señal de la Cruz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Esperamos rezar contigo las Letanías de la Humildad en San Juan. ¡Que Dios te bendiga!