Curiosamente, la existencia del demonio y del infierno nos demuestra el gran valor que tiene nuestra alma. Todas las fuerzas del mal se alían para poder arrebatarla de las manos de Dios ¡Tan valioso eres, más de lo que te imaginas! La buena noticia es que el mal ya no tiene dominio sobre tí y, gracias a Cristo, vences fácilmente.